Impuestos y políticos

Rodrigo Rojas, Socio de Abdala & Cia.: «Hemos tenido dos grandes reformas tributarias (2014 y 2020) que han terminado siendo negociadas por un grupo de políticos y congresistas con resultados francamente malos…por eso comparto plenamente la opinión del profesor Rosenbloom, cuando señala que los políticos deben dejar de hacer leyes tributarias y dejárselas a los expertos».

Por Rodrigo Rojas P. *

El colega H. David Rosenbloom, Director del Programa de Tributación Internacional de la Universidad de Nueva York, uno de los 5 expertos internacionales que el Ministerio de Hacienda de Colombia designó en el año 2020 para hacer el estudio de los beneficios tributarios vigentes en el sistema tributario de ese país1, dijo en una entrevista: “Se necesita un cambio que debe ser hecho por gente que conoce del tema, no por los políticos, porque así el país va a terminar en un lugar muy malo”2.

Al leer dicha entrevista no pude sino concordar absolutamente con dicha aseveración, pues en el caso chileno ha pasado precisamente lo mismo.

Hemos tenido dos grandes reformas tributarias (2014 y 2020) que han terminado siendo negociadas por un grupo de políticos y congresistas con resultados francamente malos. La primera de ellas fue conocida como la cocina, pues fue concluida en la casa de un político con la presencia de ministros, senadores y empresarios. Uno de los negociadores terminó señalando muy orgulloso en una entrevista, que se sentía como: “chef de cocina, no cocinero, por lo que se logró”. Su resultado fue tan malo que tuvo que ser complementada con otra ley a los pocos meses de su entrada en vigor. Uno de sus malos resultados fue la desnaturalización de la Norma General Antielusiva (NGA), que quedó reducida a un procedimiento que en 6 años no ha sido aplicado nunca.

La última de las reformas también fue negociada entre Ignacio Briones, en ese momento Ministro de Hacienda, y unos pocos senadores miembros de la Comisión de Hacienda del Senado, que modificaron sustancialmente lo aprobado en la Cámara de Diputados, donde se había discutido por muchos meses. Esta nueva cocina -casi con los mismos actores- repuso el régimen semi-integrado, mantuvo la NGA tal como estaba y no corrigió otras normas que habían sido discutidas en la Cámara baja.